Su nombre era Israel, tenía 19 años de edad; sabía hacer productos de limpieza y con lo que ganara de los mismos, su primer propósito era comprar ropa nueva; y no porque no le gustara como vestía, sino que estaba conciente de que su estilo -con pantalones anchos y playeras holgadas- le cerraría muchas puertas; mas nunca imaginó que su imagen, incluso, sería lo que le llevaría a la muerte.


Le habían regalado días antes unos tenis y cuando su familia se ofreció a comprarle ropa para que iniciara su negocio o consiguiera trabajo, él contestó que no, que uno de sus propósitos era que con lo que ganara por trabajar, el mismo iría a comprar unas playeras tipo “polo” que le encantaron… ya no le dio tiempo la vida.


Fue en el primer fin de semana de la Feria Nacional de San Marcos de este año 2024 cuando Israel, salió de su casa para reunirse con unos amigos. Caminaba cerca de las instalaciones feriales y en Avenida Ayuntamiento, a unos metros de la conocida Glorieta de Benito Juárez, en Aguascalientes, fue golpeado brutalmente por un grupo de “vaqueros”, el primero en atacar fue un hombre de aproximadamente cincuenta años de edad y le siguieron sus hijos, uno de ellos, menor de edad.


“Creyeron” que era Israel quien intentó asaltar a uno de los miembros de la familia originaria de Asientos, Aguascalientes. Jamás existió evidencia de un asalto, de un pleito con Israel, de un problema con él, pues a Israel no era a quien buscaban.


Israel sólo fue a quien encontraron “vestido de cholo” y lo golpearon hasta la muerte, incluso con un palo de golf propiedad de los agresores; el ataque fue con zaña como quedó evidenciado en el cuerpo que no fue reconocido hasta el lunes siguiente, pues el joven no tenía ningún antecedente criminal que permitiera tener una ficha de identificación de las corporaciones policiacas.


Su familia aquel fin de semana levantó un reporte de búsqueda; hasta el lunes les confirmaron que el joven al que buscaban, estaba muerto. Lo identificaron por sus tatuajes, uno de ellos con la palabra “México”.


“Israel caminaba en el lugar y la hora incorrecta” coinciden testigos y alguien quien le conocía desde toda la vida y que por razones obvias, pide guardar su nombre en el anonimato.


Entre sus pertenencias, no le encontraron ningún objeto de robo, nunca se dedicó a delinquir y en su historia no existe antecedente penal alguno. Jamás existió un arma punzocortante, que en un inicio se dijo que Israel había utilizado para el asalto. Israel no tenía ningún arma, él no había asaltado a nadie, sólo caminaba por el lugar. No fue agredido con ningún navaja, sino brutalmente con un palo de golf.


Testigos refieren como gritaba desesperado preguntando a los que le golpeaban el porqué le agredían, no sabía nada de lo que ocurría.

De Israel se dijo que era asaltante, el peor de los delincuentes de la zona, Israel no lo fue, no contó con antecedentes penales ni archivos delictivos. Se contó su historia sin pruebas, se dañó su memoria y su reputación, se le condenó a ser el “primer muerto de la feria, pero “por ser asaltante”, más nunca se difundió que al joven lo “confundieron” y que sus agresores actuaron con tanta zaña que la lectura de la carpeta de investigación simplemente es testigo de que cuatro sujetos no querían defenderse, querían matar.

Hoy se clama justicia por Israel mientras que el proceso en el que se mantendrán en prisión cuatro meses quienes fueron detenidos por su asesinato, continúa su curso legal.