«Prieto», se te murió tu «Bolita», le dijo Aurora al cotorrito que criaba desde diez años atrás- entonces le enseñó el cuerpo inmóvil de su parejita -La Bolita- que era su más grande amor. Desde aquel día, el «Prieto» no volvió a hablar más.

«Le ganó la tristeza», piensa Aurora.

Desde aquel día -el de la muerte de su parejita, «La Bolita»- el curioso periquito no sólo dejó de hablar, sino que presentó otro comportamiento muy singular: Literalmente, no se volvió a alejar de Aurora, su dueña, quien desde hace cinco años, todos los días lo lleva al hombro, vaya a donde vaya y esté donde esté.

A Aurora la conocimos en las filas del Registro Civil en Aguascalientes. Ella esperaba la entrega de un acta, y por supuesto, nos llamó la atención al ver a quién le le hacía compañía: «El Prieto»; el cotorrito iba de un lado a otro de los hombros de la simpática mujer de la tercera edad mientras ella cumplía con los trámites.

Desde la trágica muerte de su novia, «La Bolita», el Prieto optó por no separarse de su dueña, pues su tristeza era tal que no quería ni siquiera comer, hasta que doña Aurora comenzó a acariciarle y tenerlo más tiempo con ella; hoy, cinco años después el lazo de la mujer y el periquito se convirtió en irrompible.

El Prieto, pasa en el hombro de doña Aurora desde las 9 de la mañana hasta las 11 de la noche, por que eso sí, duerme en su tradicional rincón.

«Tiene cinco años de estar trepado aquí» -nos cuenta doña Aurora, señalando con su dedo a El Prieto, el cotorrito cuya carita combina perfectamente con el sombrero rojo de su ama.

«El Prieto» y la «Bolita» fueron criados por Aurora, duraron diez años juntos, desde que Aurora y su esposo los trajeron de Oaxaca. Antes de la muerte de la Bolita, El Prieto era un cotorrito al que le encantaba hablar. Ahora, no emite palabra alguna, la tristeza de la separación y la muerte, le ganó.

La fidelidad es otra de sus características, pues ya van dos novias que rechaza y ningún intento por hacer que se consiga una vida lejos de su ama, ha fructificado.

«Le pregunté al veterinario, y me dijo que son de una sola pareja, me dijo: ya ni le busque», dice Aurora, recordando lo cariñoso que su hoy, mascota inseparable, fue con su finada cotorrita.