«Así con esa sonrisa te voy a recordar siempre, siempre optimista, siempre poniendo el ejemplo, siempre dando»; los hijos de Chelito le ayudaban vendiendo juguetes, ella, vendía productos por catálogo y aquel 30 de agosto salieron a repartir su mercancía desde Ojuelos hasta una comunidad de Matancillas, nunca llegaron.

Luego de que la Fiscalía de Jalisco diera a conocer que encontró una camioneta siniestrada y calcinada, en la que al parecer viajaba mamá y sus dos hijos, de cinco y catorce años de edad, la familia de Consuelo ha confirmado que los cuerpos sin vida localizados al interior, sí eran tanto de ella como de Víctor y Rafael.

El caso de la mamá y los menores originarios de Ojuelos Jalisco y desaparecidos desde finales de agosto, en medio de una total negligencia, pues no se giraron con prontitud sus fichas de búsqueda, ha conmocionado no solo a Jalisco y a sus alrededores, sino a todo el país.

Para la Fiscalía, la primera línea de investigación es un accidente automovilístico, sin embargo, la investigación continúa, sobre todo por la ola de inseguridad que ha mantenido como rehén a la población de Ojuelos y sus alrededores, así como la terrible realidad que los mexicanos enfrentan en las carreteras del país.

Consuelo, conocida como «Chelito» era una mujer que se dedicaba a vender productos por catálogo de la empresa Betterware y sus hijos, venían juguetes para ayudarle; quienes tuvieron la fortuna de conocerle, la describen como una joven mamá tranquila, de buen carácter, sonriente y optimista, muy trabajadora.

Sus fichas de búsqueda fueron emitidas hasta el 4 de septiembre, cinco días después de su desaparición y así comenzó el calvario para su familia que no daba con su paradero, hasta que la noche del sábado la Fiscalía encontró el automóvil completamente calcinado; fue así como hasta hace unas horas, sus familiares confirmaron que se trataba de la familia Arenas.

El hermano de María Consuelo reveló que la mujer y sus dos hijos se dirigían a la comunidad de La Hierba de Matancillas para vender juguetes y productos durante las fiestas patronales. Víctor Manuel tenía 14 años y Rafael Alexander sólo cinco. Ya jamás los volvieron a ver con vida.

Las investigaciones sobre el caso continúan.

«Tristemente fueron localizados, pero no como anhelaba nuestro corazón, nuestras esperanzas seguían firmes pero ahora, ya descansan y vuelan alto»

(Familiares de Consuelo, Víctor y Alexander)