«Imagínense que un día vas rumbo a tu trabajo de madrugada a sacar el pan de cada día como todos porque tienes una familia dos niños (un angelito de ellos autista) y en el camino, un imbécil sin luces, borracho y drogado se pasa un alto y te avienta de tu moto a ti y tu esposo, tú quedas en coma, entubada, con fracturas expuestas, una de tus múltiples costillas fracturadas, te perfora un pulmón y a pesar de luchar toda una semana no la libras, dejas a tus hijos y los tuyos solos»

«¿Cómo le explicas a un niño autista que su mamá se fue de esta vida porque un estúpido que andaba hasta la mdr se la arrebató? Como le explicas que este tipo anda libre, ¿cómo le explicas que encima se burlaba y decía que deberías pagarle por arruinar su camioneta? Que se burle de tu físico, que diga que aprovechen a hacerte la liposucción ahora que estás hospitalizada!?


«Ayúdenme a hacer ruido porque no se vale que hoy Ayaya nos falte y ese asesino ande suelto! no sé como a pesar denque lo agarraron después del accidente lo dejaron libre a los dos días! Espero y ahora si lo juzguen por asesino por qué es lo que es»

Los párrafos que anteceden, corresponden a un texto que fue escrito y reproducido por el círculo familiar y social de Alejandra Castillo, «Ayaya», una jovencita madre de familia, rescatista y defensora de causas ambientales en Aguascalientes que fue embestida por una camioneta que se pasó el rojo del semáforo el pasado 31 de agosto; ella viajaba junto con su esposo en motocicleta en el cruce de las avenidas Ayuntamiento y Convención, en el Barrio de la Salud.

Tras el impacto, el conductor de la camioneta se dio a la fuga, pero más adelante fue detenido por elementos Hse dieron los hechos, según referencias de testigos.

La familia de Alejandra vivió un calvario para tratar que la joven se recuperara en medio de su internamiento en el Hospital número 3 del Instituto Mexicano del Seguro Social, desafortunadamente, y pese a los esfuerzos médicos y el llamado de auxilio y atención por parte de la familia, Ayaya no logró recuperarse.

Hoy se pide justicia y que la muerte de Ayaya no quede impune, y por el contrario, sea muestra de un castigo ejemplar al culpable que huyó del lugar y que según refiere el círculo social y familiar de la joven madre de familia víctima de su negligencia, refirió múltiples agresiones a quienes le acompañaron en el último trayecto de su vida.